Ornamento, reguero de cosas quebradas






Paola R. Senseve T.


Ornamento, novela del colombiano Juan Cárdenas fue publicada en 2015 por Editorial Periférica y hoy llega a Bolivia –no es casual- de la mano de Dum Dum Editora. Esta corta ficción retrata a un científico hastiado de su ego, que roza el patetismo de manera constante y se piensa artista por crear una droga exclusiva para mujeres. Conocemos los pensamientos íntimos de este hombre, parado en la mitad de una carrera profesional exitosa, con privilegios de clase y género, una relación importante con una mujer que admira y mucho aburrimiento. Sin embargo, no se trata de ninguna búsqueda o travesía, la obra es más bien un enlodamiento. Ornamento tiene conexiones narrativas con una novela anterior del autor, Los estratos, que se publicó en 2013; entre ambos libros hay tal vez un trabajo intenso y poético sobre las neurosis en hombres adultos y su conflicto de masculinidad.

La narración nos lleva a conocer una droga que solo tiene efecto en cuerpos de mujeres. Repito. Solo en los cuerpos de las mujeres. Como algunos otros fenómenos, con fuertes connotaciones políticas, que solo experimentan ellas: la menstruación y la maternidad. Este llega a ser el argumento conceptual que sostiene la obra a muchos niveles, el principal, metafórico.

“Hace un par de años se descubrieron por accidente las propiedades psicoactivas de una flor del género datura, utilizada comúnmente por las campesinas de la cordillera para fabricar jabones artesanales. Un empleado de laboratorio que estaba de vacaciones por la zona observó que en algunas épocas del año las lavanderas de estos pueblos entraban en una suerte de éxtasis colectivo cuando bajaban al río a hacer su trabajo (suponemos que absorbían la sustancia de manera involuntaria por vía cutánea).”

Es importante no perder de vista la habilidad de Cárdenas para ilustrar en tan pocas páginas las sociedades latinoamericanas, la crueldad del capitalismo, el machismo, las drogas, la violencia naturalizada, los privilegios de clase y la pobreza. Muchos elementos colaboran a este cometido, en especial la descripción de espacios, el contraste particular de los personajes y la ironía de las situaciones.

“Y si es cierto que mi nueva droga no conoce distingos de clase, nivel adquisitivo o educativo entre las consumidoras, eso quiere decir que es posible que una cierta idea de democracia basada en el consumo. Así parece demostrarlo mi nueva obra, feminista, igualitaria. Porque mi arte no es elitista, como el de mi mujer.”

Ornamento es una novela que tiene la capacidad de tocar sensibilidades diversas, como mini bombas persona que vas haciendo detonar a medida que caminas, no te matan, pero te mantienen alerta hasta que llegas al final, casi sin respiración para recién darte cuenta qué te golpeó. Juan Cárdenas nos muestra un sentido político del humor, con una mesura que siempre está al borde de explotar mientras problematiza el arte, las drogas, la estética, el feminismo.


Formalmente esta novela corta, inconexa, parece estar diseñada como el delirio mismo de esa droga que narra, con la ruptura como si fuera un personaje más, constante. La ruptura de un ritmo narrativo que al principio da indicios de ser saludable y ordenado.

La precisión, tan importante en la brevedad, hace que la ficción que nos presenta Cárdenas, esté tan mezclada con la realidad que no hay posible distinción gracias a las capas y capas de protección que el lenguaje le ha procurado. Esa es la forma en que opera también la poesía.

“Nada sobra, en realidad. No hay nada que sea estrictamente decorativo o superfluo. Todo sirve para algo, en la medida en que nada sirve para nada.”

Cuando hablamos del lenguaje y sus irrupciones, sus fracturas, sus innovaciones, no solo nos referimos a una estética -sin restarle importancia-, sino también a la construcción de formas de pensamiento y razonamiento, alternativas, no lineales, creativas. Una estructura con pliegues y grietas está siempre abierta a las infinitas posibilidades, y es el lector quien puede parcharlas en función a su capacidad.

En este interesante delirio febril en el que los científicos creen que hacen arte y los artistas creen que hacen ciencia rigurosa y descubrimientos trascendentales, las concepciones de estética y belleza están plasmadas desde varias aristas como las cirugías, el maquillaje, el arte contemporáneo. La lectura de Ornamento me trajo inevitablemente a Susan Sontag (“Ahora, el buen gusto parece ser una noción aún más retrógrada que la idea de belleza.”) y sus reflexiones a nivel histórico y filosófico dónde reina el conflicto flagrante entre lo político de la belleza y el arte.

No me queda más que agradecer que Dum Dum Editora haya adoptado Ornamento para su catálogo de la rareza, precisamente porque es un diario, un cuento, una novela, porque hay polifonía, desorden y claridad. Pareciera que son varios proyectos en un proyecto que cae como un gato muy bien parado en el medio de una editorial boliviana más que atractiva. 





Este texto fue publicado en La Razón

Comentarios

Entradas populares de este blog

la carne de la lengua, NUEVO GRUPO

tengo la boca llena de tierra, taller de escrituras poéticas creativas II

Mónica Velásquez, la máquina de pensamiento