Agridulce, primera exposición fotográfica de Nicolle Senseve







Probablemente lo que intento hacer acá, ahora, sea imposible. Quiero escribir del trabajo de mi hermana y no del amor inconmensurable que le tengo.

Creo que Nicolle a muy temprana edad ha comprendido que el cuerpo habla, con pequeñísimos detalles que no siempre se perciben. Para asimilar eso, también hay que saber muchas otras cosas que a veces solo se alcanzan con el tiempo y la madurez a la que te empujan las experiencias. Pero hay gente muy privilegiada, cuya sensibilidad profunda le permite tener los ojos más abiertos, o más atentos. Son artistas a los que no les queda de otra que hacer arte, porque todo ya está ahí, bullendo. Los demás, tenemos que esforzarnos. (En este punto también quisiera mencionar con asombro a la jovencísima artista Natalia Páli y su brutal y grandiosa mirada del cuerpo humano).

Este miércoles 8 de marzo se inaugurará la primera exposición individual de Nicolle Senseve, titulada Agridulce. En esta muestra presentará una serie de quince fotografías de mujeres y es en los de cuerpos de las mujeres que socialmente han estado controlados desde siempre, condenados a la búsqueda de cierta perfección enlatada, en los que la cámara de Nicolle encuentra pequeños puntos de escape por los cuales desbordarse y gritar. Las venas, los lunares, las marcas, las cicatrices, las heridas, las curvas, las planicies, las líneas que forman las posturas, la melancolía de los bordes o de los huecos y más.

Y toda esta invisible complejidad que escondemos a diario con la ropa, disimulando esto que pensamos que es feo, pero en realidad es único. Todo eso, lo resignifica Nicolle y dice: no, no es feo esto que estás diciendo, es real, es hermoso y es brutal.

Y tienes que mirar dos y hasta tres veces estas fotografías, que con sus colores cálidos, con sus tenues luces, te susurran un discurso poderoso.
 No, no es nada nuevo. Nunca lo es. Leonard Nimoy, Nan Goldin o Scout Pare-Phillips, y muchos otros grandes artistas que han trabajado con el lenguaje del cuerpo de las mujeres, desde varias perspectivas, me remiten al trabajo de Nicolle. Pero encuentro una deliciosa particularidad en el punto de la sutileza con la que descubre el sigilo muy propio de las mujeres que muy al contrario de estas fotografías, se cubren tanto cuerpo, tanto ser.

Es muy triste y cierto que el arma más fuerte contra la libertad de las mujeres es ese descontento socialmente enseñado de sus cuerpos, de su ser. Esa guerra sucia contra las cicatrices, contra los lunares, contra las tetas desiguales, anchas, angostas, pequeñitas o grandes, contra la blancura o la negrura, contra la gordura o la flacura, la altura o la bajura, de manera indiferente. La cuestión es que no estés feliz con lo que eres. Que te veas fea y que lo que quieres ser sea un imposible constante. ¿De qué otra manera te van a poder controlar?  

Lo cierto es que cuando unos ojos como los de Nicolle ven todo ese cuerpo despreciado, tienen la capacidad de darles voces estridentes  y de mostrar una belleza inesperada, como la de la muerte.

Así que vayan a ver estas fotos y escuchen, porque los cuerpos no solo hablan cuando se mueven. La cita es en Casa Melchor Pinto a horas 19:30.

Pd. Disculpen mi excesiva emoción, el orgullo no me cabe en el cuerpo. Y muchísimas gracias a Marcela Rivera y Anelissie Arrazola, por “escuchar” todo esto primero.


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