UNA PRECURSORA Y UN VOLCÁN. Un texto sobre ‘Poso Wells’, de la escritora ecuatoriana Gabriela Alemán
La primera vez que leí a Gabriela Alemán fue en un texto
corto que se titulaba La invención de la mujer, donde contaba las
agresiones que tienen que soportar las escritoras. Creo que ese texto es
precursor de una gran conversación que las escritoras estamos teniendo ahora. Ese
texto es inteligente y es hermoso y es durísimo, como todo lo que escribe ella.
Ni su feminismo, ni su literatura, conocen el miedo.
El Cuervo publicando en 2022 una novela cuya
primera edición es del 2007. El Cuervo publicando en Bolivia una segunda novela
de la escritora Gabriela Alemán. Ambas cosas merecen celebrarse. Principalmente
por la constancia de que la literatura y la escritura, viven y persisten en el
tiempo y en el espacio (o los espacios).
Muchas palabras han sido utilizadas para describir Poso
Wells: thriller, melodrama, novela corta, sátira, híbrido, cómic, fantasía, noir, eco-thriller, sátira política; sin embargo, yo me
quedo con la palabra que prefirió Samanta Schweblin: inclasificable.
"Poso Wells no aparece en ningún mapa" pero es,
definitivamente, el mapa de la latinoamericanidad, o como dice la voz narradora
al principio de esta historia: "quien quiera que haya ideado en un mal
día el infierno, debió tener en su cabeza la forma exacta de Poso Wells.”
Es admirable el trabajo que hace Alemán para describir espacios y delimitar
el imaginarios dentro de contextos socio políticos valiéndose de palabras
cuidadosamente escogidas. Esto también fue central en Humo, tercera
novela de la autora, primera en ser publicada por El Cuervo (2018); sin embargo,
en Poso Wells toma otro tipo de protagonismo, al ser el espacio
geográfico un factor fundamental en la trama política que desarrolla.
Y es que Poso Wells es, ante todo, literal y metafóricamente un
libro político. Un libro contra sistema: en fondo, en forma, e incluso en
estructura.
Un libro que además de todas las decisiones arriesgadas de las que está
hecha su escritura, ha tenido una vida activa en estos 15 años, porque los
temas que toca son los de las luchas que ahora comprendemos que están
necesariamente interconectadas: derechos humanos, medio ambiente,
decolonialismo, feminismo, antirracismo y anticapitalismo.
La novela comienza narrando la muerte absurda de un popular candidato a la
presidencia de Ecuador; pero en nuestros países latinoamericanos, en los que todas
bailamos alrededor de la figura de un macho, un futuro salvador, estos eventos
no son tan absurdos. Siempre hemos sido manipuladas para santificar el concepto
de democracia, pensando que sus procesos funcionan y deben ser defendidos a
muerte, pero tanto en Poso Wells, como en nuestras realidades, el
sistema democrático está sostenido sobre el patriarcado, el capitalismo salvaje
y extractivista, el racismo y el colonialismo. (Acá hago una pausa de asombro, para expresar
que no entiendo cómo es que Gabriela Alemán logra meter todo esto en 154
páginas).
En el suspenso que Gabriela construyó en Humo era muy importante
todo lo que no se decía; mientras que, en Poso Wells, casi todo está
dicho, sin miedo, desde las primeras líneas, y aún así el suspenso se levanta
de otra forma. Vamos avanzando en las páginas y entendemos cómo periodismo y
política siempre están de la mano. En el segundo capítulo emerge un tema clave del
libro: la desaparición de las mujeres, que por supuesto, “a nadie le
interesa”. En las narraciones periodísticas Gabriela desplaza su sentido
del humor, para hacerse la burla del narrador (acá uso el masculino), de las
lectoras de las supuestas crónicas o de los políticos. Este sentido del humor
me hizo recordar a Hilda Mundy, porque al leerlas, no sabes realmente si reír o
no. Un sentido del humor trágico y vengativo, tal vez lleno de maldad.
Los personajes también son una burla. Los candidatos, todos
accidentales, desde el dinero y hacia el dinero. El periodista, un héroe torpe,
accidental también. Los ciegos que buscan un heredero. Holmes, el colonizador.
El poeta mexicano que representa la escritura y el lenguaje. Todos son una
burla, menos ellas. Las mujeres son las únicas que son respetadas, las que
saben lo que hacen y ponen orden o representan alguna noción de justicia.
Seguimos avanzando en la lectura y se estrechan aún
más las relaciones entre política partidaria, religión, racismo y patriarcado.
Es posible sentir una especie de vértigo en la lectura, porque la voz
narradora pasa rápidamente de un punto a otro. Hay que destacar esta habilidad de
saltar frenéticamente de una escena a otra, de un personaje a otro, concretando
el suspenso propio de lo corto y conciso, que no necesariamente está
desprovisto de detalles. Son extrañas las transiciones narrativas, los
tiempos van y vienen, a veces en un mismo párrafo. El tono puede cambiar de
repente, pasamos de una nota periodística, a un texto de corte histórico, a un
poema y luego a una advertencia directa a las lectoras.
Gabriela siempre nos parece decir que otras formas de contar son
posibles, al borde, en el límite siempre, en completa consciencia del lenguaje.
Un ejemplo de esto, son los nombres; el personaje que se dibuja como una
verdadera fuerza opositora ante el desastre, se llama Bella y su principal
característica física es una cicatriz, o el nombre mismo de la obra, el poso o
sedimento, que también es descanso, es quietud y reposo, es un lugar para
detenerse, pero también para hundirse en la oscuridad de un pozo con z.
Pienso que esta extraña enfermedad de la ceguera en
Poso Wells, metaforiza con la escritura, el lenguaje, la visión (de
mundo) y me remite al diálogo con escritores como Saramago o Sábato; aunque en
este caso sabemos que la semilla está en El país de los ciegos de H. G.
Wells.
El escritor Pedro Mairal escribió de Gabriela Alemán: “Por momentos escribe así,
hace algo inesperado, desarticula, se arroja al vacío, y uno piensa ‘pero te
vas a ir al carajo si hacés eso’ y no, todo encaja, cae en su sitio, fluye,
sigue narrando.” Creo que es exactamente así, todo está pensado para que esos pequeños giros
hiper conscientes, le den algo de propio, inigualable y particular a la
narración de Poso Wells, la cual está muy alejada de esos maestros del
policiaco que se toman demasiado en serio. Esta es una prosa que arriesga, se
ironiza constantemente y así, solo así, se sabe a sí misma a prueba a prueba de
balas o garras.
Poso Wells fue la primera novela de Alemán en traducirse al inglés y al leer sobre
lo bien que fue recibida la obra en Estados Unidos y las peripecias que
implicaron su traducción, no pude evitar pensar en que calificar un calificar
un libro como este de fantástico o extraordinario, siguen siendo adjetivaciones
desde una distancia no carente de visión política. Nosotras, latinoamericanas,
sabemos que donde dice sobrenatural, se lee realidad. Todos los acontecimientos
de este libro son algo delirantes, algunas podrían ser narraciones oníricas,
pero a la vez, son completamente creíbles para quienes vivimos en el sur. Lo
mismo me pasó con En el cuerpo una voz, de Maximiliano Barrientos, una
historia de régimen, política y canibalismo (también publicada en El Cuervo),
pero ¿una distopía?, ¿hasta dónde?, ¿desde dónde? En Poso Wells también
los límites se diluyen, las clasificaciones siempre terminan por derrumbarse en
la literatura.
En la época en que Gabriela Alemán escribía Poso Wells hablar de
feminismo era motivo inmediato de descalificación en los círculos literarios.
Pero por suerte, nuestra historia está llena de mujeres no tuvieron miedo.
Finalmente, creo que esta frase de la novela podría resumir mi
experiencia Poso Wells: "Se rio aunque nada era divertido".
Texto originalmente publicado en Ramona Cultural
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